viernes, 13 de diciembre de 2013

1

Presentación de "Caballitos de sal"





Presentación Caballitos de sal (Biblioteca de Vila-seca).

13-12-2013

La palabra nana o canción de cuna nos habla de la poesía más pura, la tradicional y anónima. Las nanas son las cancioncillas que las madres, abuelas, tías, hermanas... cantan, a veces de generación en generación, a sus hijos, nietos, sobrinos… con el afán de hacerlos dormir, de provocarles una transición dulce de la vigilia al sueño. En todas las partes del mundo existen estas canciones que, de alguna manera, se relacionan porque comparten un mismo sentimiento, un mismo objetivo.

Si me permiten, citaré a García Lorca que fue uno de los primeros en fijarse en la grandeza de estas humildes composiciones:” Para provocar el sueño del niño intervienen varios factores importantes si contamos, naturalmente, con el beneplácito de las hadas. Las hadas son las que traen las anémonas y las temperaturas. La madre y la canción ponen lo demás.”

Caballitos de sal recoge una serie de poemas a los que ya llamo nanas o canciones de cuna, aunque quizá no lo sean en el sentido recto del término. Son pequeños poemas en los que he tratado de condesar un sentimiento y una emoción que no sabía muy bien como canalizar y que surgió en forma de poema infantil. La primera nana que escribí se la dediqué a uno de mis sobrinos, al menor, a Héctor, es la “Canción de cuna para Héctor”. Este poema alude al mar y a ese especial magnetismo que nos produce su contemplación. Quizá porque soy persona de costa he escogido como personajes de mis poemas a los habitantes del mar, sublimados, eso sí, con una especie de halo nostálgico. Así, el niño marinero que se quiere echar a la mar o la niña que se va a navegar son símbolos de los sueños que, a menudo, chocan contra la realidad. Ambos, niño y niña tienen ansías de libertad que no siempre se materializan. El mar o la mar, más bien, encarna ese mundo mágico, sin final, inalcanzable, en donde todo es posible. Esa es la carga emocional que tiene el mar en los poemas. El color azul, los barcos, las gorra marinera, las estrellas, las sirenas... son motivos recurrentes en este poesía y, si lo pienso bien, suponen la otra cara de la vida, la cara feliz, no encorsetada, pura y primitiva, aquello que yo quisiera legar a los niños que me rodean”

“A mí dadme caballitos de sal,

Una estrellita rosa

Y pedacitos de coral.

A mí dadme

El azul de las olas

De todo el ancho mar

Que me pueda acariciar”

Nunca he sido especialmente niñera, es la verdad. Me siento más a gusto rodeada de adolescentes, pero, cuando veo un recién nacido, hay algo que me une al mundo, que me calma, que me lleva a ese ideal en que todo es posible. Por eso me puse a escribir nanas, porque quería, de alguna manera, ser el hada de la que hablaba García Lorca y mostrar a los niños que, pese a todo, vale la pena estar aquí, haber llegado, sentirse vivo. La risa, la alegría, las melodías, la suavidad de los gestos... son detalles que acompañan al niño en su día a día y que he querido plasmar en las nanas, así como los obstáculos que tendrán que superar porque el sueño no siempre es fácil y a veces no llega (las estrellas lo impiden, la hiedra...).

Caballitos de sal es un poemario que no ha surgido de un día para otro, que se ha ido gestando, despacio, que es fruto de mi propia evolución personal y refleja algunos de mis anhelos y, por supuesto, encierra el cariño que, a veces, uno no sabe como ofrecer y que yo he brindado en forma de palabras.

Decía que Héctor fue el primero, pero a él le siguieron Elba, mi sobrina a la que dediqué tantas nanas... y Joana, la hija de Carme Masip, aquí a mi lado, que fue su primera hija... y más niños y más niñas... y todo un rosario de balbuceos, de miradas, de encuentros y de conocimientos hasta llegar a Teresa, mi propia hija. Cuando ella nació yo ya llevaba un bagaje de ternuras y cariños a mis espaldas, ya sabía del olor de la piel de un recién nacido, de la fuerza de sus dedos o de su mirada, pero lo que no sabía, y ella se encargó de enseñármelo, es que podía superar mis propias limitaciones y mis propios miedos para curar los suyos. Es curioso el prodigio de la maternidad.

En suma, Caballitos de sal es un libro muy cercano a la poesía tradicional, que reivindica el género de la nana y sus orígenes humildes. Donde haya una mujer que se derrame, toda amor y ternura, para guiar el sueño de un niño, allí habrá una nana. La luna, las estrellas, las luciérnagas, los personajes de los cuentos, las frutas más sabrosas, el conejito rosa... todos ellos solo tienen un objetivo:

“Traedle alegría,

Quitadle las penas,

Pero no la despertéis

Que la niña duerme”.

El libro es un álbum ilustrado que tal vez sirva para arrullar a los niños, pero sobre todo para enseñarles a contemplar porque, sin duda, las ilustraciones de Yolanda Mosquera son espléndidas y, pese a que no hemos coincidido aún, ha sabido penetrar en el alma de los poemas y los ha recreado doblemente porque ha realzado, con sus motivos, aquellos elementos que, de otra manera, hubieran pasado desapercibidos. Es un trabajo lleno de sensibilidad y magia el que ha hecho Yolanda, a la que también se la puede calificar de hada.

Por último, quiero dar las gracias a todos los que hoy habéis venido a acompañarme. En estos tiempos de tribulación, es importante tener claras las señas de identidad y reconocer deudas y afectos. Gracias a Ángela y a Ester Sánchez, las hadas madrinas del libro. Gracias a María García Esperón, gran escritora mexicana y excelente persona que, con su palabra, ha enriquecido estos Caballitos de sal. Gracias a Carme Masip, mi amiga de tantos años, por arroparme siempre. Gracias a Elba, la niña que ya creció, pero que sigue conservando la misma mirada limpia y pura y a Teresa que, quizás sin ser muy consciente, ha provocado que finalmente se publique, hermosamente, el libro. Y gracias, en definitiva, a la Biblioteca, a Josep Toquero y a todos los amigos y amigos que estáis aquí. Antes, eso sí, quisiera aludir a un último aspecto personal y emocional. Hoy, festividad de Santa Lucía, es un día señalado para mí porque hoy mi abuelo Antonio hubiera cumplido 109 años. No creo que haya sido el azar el que haya pensado en esta fecha.

Espero, en fin, que el libro, si lo leéis, os acerque también a esa otra dimensión en que todo es posible, la de los sueños y que acabéis ...”dormidos en vuestro velero”.

(Anabel Sáiz Ripoll)
0

Palabras de María García Esperón en la presentación de "Caballitos de sal"

El día 13, festividad de Santa Lucía, las palabras de la escritora María García Esperón resonaron, claras y cercanas, en la biblioteca de Vila-seca para arropar, con su buen hacer, el nacimiento del poemario Caballitos de sal. 

sábado, 7 de diciembre de 2013

0

"La magia del entendimiento"




La magia del entendimiento,  
por Elba García Hernández 

En las nanas de Caballitos de sal Anabel pone al desnudo su alma o toda esa ternura suya signando a los seres queridos. "Marineritos dormidos, nubes sin sombra, lunas y grillos, caballitos de sal...". Toda una constelación en la que Anabel se trasciende a sí misma, como otra Gabriela Mistral, derramándose en matenarles afectos, ya sea en sus sobrinos, en su hija, en los hijos de sus amigas, y yo diría que hasta en sus alumnos, a los que entrega parte de sí misma, como una prueba más de su singular sensibilidad, más allá del saber como enseñante, pero ejerciendo, acaso sin saberlo, esa magia que propicia el entendimiento entre dos generaciones.
Tengo la impresión de que Anabel es una de esas pocas personas que disfruta con todo lo que hace, a la que a un tiempo, necesitando dejar tras de sí constancia de ello, escribir, se le hace urgente.
Decía Gabriela Mistral, refiriéndose a sus canciones de cuna, recogidas en Ternura: "Nacieron, las pobres, para convidar, mostrando sus pies inválidos, a que algún músico las echase a andar, y las hice mitad por regusto de los arrullos de mi infancia y mitad por servir la emoción de otras mujeres...". Casi adivino en estas palabras de la premio Nobel chilena parecidos sentimientos en Anabel al escribir sus poemas.
Para que un día estos versos sencillos arrullen el sueño de los niños, convoco a los músicos a poblar el pautado cielo del pentagrama con estos Caballitos de sal, de Anabel Sáiz Ripoll.

viernes, 6 de diciembre de 2013

0

"La belleza de las cosas pequeñas"






Palabras para Caballitos de sal,
Por Teresa Martín Taffarel





En Caballitos de sal, Anabel recoge hilos de platas y caballitos de mar y los entreteje con lunas y estrellas, con luciérnagas y corales para bordar las canciones inspiradas por el sueño de todos los niños envueltos en el cálido hueco de la cuna.

Cantar al niño que nace es seguir esperando promesas de la vida. Es seguir creyendo en su vínculo de paz que nos aproxima a lo esencial. Es aprender a recuperar la mirada del asombro en unos ojitos que empiezan a mirar. Pero estas miradas recientes, también tienen que esconderse tras los párpados y dormir. Y para que pueda entrar en el reino del sueño, la dulce premura de la madre mece al niño con un ritmo que acompaña palabras apenas pronunciadas. Palabras que inventa la madre o que le regalan la tradición y los poetas.

Anabel compone esos poemas naturales, y lo puede hacer porque, desde los cofres cristalinos de su propia infancia y desde los niños que la rodean, rescata ecos y melodías que le llegan como una corriente siempre renovada.

Ese tiempo niño es tiempo de pequeños marineros que navegan por los barcos del sueño en busca de las maravillas del mar. Tiempo de risas y sonrisas que sobrevuelan cuentos aún no contados. Tiempo de llantos cazadores de sirenas saladas. Tiempo sin tiempo para el niño dormido en el regazo poético y amoroso de la madre.

A veces, como todos los niños, Elba-Mar o Teresa no se quieren dormir. Entonces hay que llenar su cuna de vestidos de amapolas, palmas y cerezas para que, cuando llegue el sueño, jugando a buscarse y esconderse, se encuentren por fin y dejen en el aire un silencio apacible en el que se prolonguen los ecos del canto. Héctor, en cambio, duerme feliz, y la poesía traspasa los límites de sus ojitos cerrados y adivina lo que descubre el niño en su viaje por el sueño. ¿Y Joana? Una nube se acerca a la cuna donde duerme. No hace ruido, pero su presencia puede despertarla. Y las palabras del poema, como la hiedra, la detienen, y así se va perdiendo en un cuelo grande sin atrever a desvelar su sueño.

Poemas de ternura, apenas dibujados con las palabras más simples, con imágenes que dejan el espacio poblado de vibraciones transparentes, con sonidos que sugieren territorios de fantasía aún inexplicados.

Las nanas de Anabel nos revelan una sensibilidad lírica en estado de asombro, dispuesta siempre a dejarse invadir por visiones de belleza posible y alcanzada. Belleza de las cosas pequeñas, momento único de la flor silenciosa, del canto amanecido, del amor total.

Y Anabel que, con su vida y sus palabras, sigue componiendo el poema, seguro que ya está pensando en otros cantos, en otros cuentos para todos los niños que seguimos esperando el regalo de su palabra sincera y pura en un próximo libro, y en otro, y otro, y muchos más.

jueves, 5 de diciembre de 2013

0

Cartel presentación "Caballitos de sal"


martes, 3 de diciembre de 2013

0

Invitación presentación "Caballitos de sal"


0

Nana de tu risa





Novedad Editorial Pintar-Pintar.
Ver más información

martes, 26 de noviembre de 2013

0

La palabra en la cuna. Reseña de Caballitos de sal por María García Esperón



Caballitos de sal
Anabel Sáiz Ripoll
Ilustraciones: Yolanda Mosquera
Editorial Pintar-Pintar
Asturias, noviembre 2013


Anabel Sáiz Ripoll ha situado la palabra en la cuna. Al oído del niño y de la niña acude un murmullo de origen. Es una nana y a través de ella el lenguaje se abre paso hacia esa vida de amor y de creación constante que es la del niño pequeño, de la pequeña niña.

Al borde de la cuna acuden los más bellos gestos: el abrazo, la inclinación del cuerpo, la sonrisa... necesitamos palabras para expresar esas noches y esos días de oblación tan pura que nos define cuando somos padres.

La escritora española tiene en su lenguaje una ternura infinita que bebe de la fuente de su propia infancia. Siempre está dispuesta a recibir la influencia bienhechora de la niña que fue y que vive en el centro de su ser. El nacimiento de su hija Teresa, el hecho maravilloso de dar la vida, se le tradujo en versos y canciones que vinieron a reunirse a los poemas que había compuesto para celebrar el advenimiento de los niños de su entorno familiar y amistoso.

Anabel es una mujer de letras. De letras que aman y se compadecen, que vibran y ensalzan, que buscan y sueñan.  Caballitos de sal es el primer álbum ilustrado que publica esta escritora prolífica, esta enciclopedista de la literatura infantil y juvenil contemporánea, esta madre convencida de que al alcance de Teresa siempre haya un núcleo de poema. Con estas nanas de musical delicadeza, Anabel convence al mundo de que se ocupe de la niña, del niño. Sin estridencias ni manifiestos atrae a los nuevos padres a la vieja sabiduría de cantar una nana y a través de ella entregarle el universo entero:

Si no te duermes, niña,
el sueño se escapará,
se irá volando por la noche
y a los otros niños desvelará.

Si no te duermes, niña,
la luna no saldrá,
las estrellas no jugarán al corro
y la tierra no descansará...


Los poemas que constituyen Caballitos de Sal son irradiaciones. Luz de luna emerge de estas páginas para inspirar a padres y madres, para invitarlos a aprovechar el tiempo iluminado de la primera infancia de sus hijos y admirar que haya sueño, que haya luna, que haya vida y esta duerma acunada en imágenes dóciles, en palabras bellas.

La luna viene cantando
su melodía de hilos de plata.
Las estrellas la acompañan
y el aire susurra notas.
Un sueño azul llena la casa.
Arrorró, mi niña bella.
Arrorró, mi cielo.

Caballitos de sal está ilustrado por Yolanda Mosquera con una combinación de técnicas que acentúan el encanto infantil de estas nanas. Papel recortado, tercera dimensión, dibujos sencillos y mucha poesía en la punta de los lápices... La ilustradora bilbaína tiene una habilidad extraordinaria para hallar asociaciones poéticas entre las cosas y crear imágenes que conquistan de golpe todos los sentidos del lector. Se apetece pasar los dedos por las ilustraciones para apreciar táctil e imaginativamente las diferentes texturas y los distintos planos que los recortes crean. Transmite la frescura de la mirada infantil e invita a navegar sobre la página la imaginación y a tomarse deleitosas e infantiles libertades. ¿Por qué no rascar suavemente con la uña para levantar unos de los pececillos que transitan suaves por ese sueño azul? ¿O tomar con mucho cuidado la red del marinerito y por fin, de una buena vez, atrapar esa luna?

Caballitos de sal nos hace cabalgar la infancia encantada, la cuna de nuestro origen. Con la sencillez de su arrorró nos restituye estrellas, nos libera de nuestras cargas y frustraciones, nos devuelve el amor a la palabra.  Caballitos de Sal, uno de los libros con que la Editorial Pintar-Pintar despide el año 2013 y saluda el 2014, nos instala, de nuevo, en la esperanza.
María García Esperón






jueves, 21 de noviembre de 2013

0

"Caballitos de sal" en Pizca de Papel


 Reseña publicada en Pizca de Papel
Caballitos de sal es un poemario infantil que se centra en el género de las nanas o canciones de cuna. Son poemas muy musicales en los que cuenta el impacto sensorial, puesto que su primera finalidad es conseguir que sus destinatarios se duerman plácidamente. El género de las nanas es antiquísimo, hunde sus raíces en lo más profundo de los tiempos. Caballitos de sal es una especie de homenaje a esa poesía de lo cotidiano, cercana a las madres, a la tierra y a la vida. Donde haya una madre que meza una cuna, allí habrá una nana.

Los poemas que forman el libro son breves, de rimas asonantes, en su mayoría, y muy cercanos a la oralidad. Así, son frecuentes los estribillos y esa cadencia suave que invita al sueño. La risa, el mar, las estrellas, los delfines, las estrellas, la noche y el día se dan la mano, paso a paso, hasta tejer unos poemas en los que la ternura se hace verso.

Anabel Sáiz Ripoll es la autora de estos poemas que surgieron de manera casual, como regalo, y que, poco a poco, han ido creciendo, sobre todo, desde que ella misma fue madre. Yolanda Mosquera los ilustra con imágenes luminosas, que nos hablan también del sueño, de la ilusión, de la magia y de la fantasía. Donde haya un niño durmiendo, hay el inicio de una historia. Allí empieza Caballitos de sal.
Pintar-Pintar es la editorial que publica el poemario y lo hace con mimo y cuidado, como siempre. El libro, además, cuenta con una subvención de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su publicación.

martes, 19 de noviembre de 2013

0

En el estudio de Yolanda Mosquera: todo a punto

Yolanda Mosquera, la ilustradora de Caballitos de sal, deja que miremos en las trastienda de su estudio y comencemos a imaginar las ilustraciones que ha ido cocinando para acunar, al compás de las Nanas, a niños y niñas.

lunes, 11 de noviembre de 2013

0

Una nana es de quien la canta: Anabel Sáiz Ripoll

Anabel Sáiz Ripoll. Foto: Nuria Balagué
Por María García Esperón

Anabel Sáiz Ripoll es conocida como una de las especialistas en literatura infantil y juvenil más destacadas del mundo hispanohablante.  A través de su blog Voces de las dos orillas ha difundido incontables propuestas de uno y otro lado del Atlántico.  Anabel tiene también la faceta de creadora, es narradora y poeta de amena e inspirada pluma. Quienes hemos leído sus microrrelatos nos encontramos también con una fina humorista. Y quienes la hemos tratado como persona quedamos subyugados con su calidez humana y su inagotable generosidad. 
En este final de 2013, Anabel Sáiz Ripoll entra como autora al mundo del libro álbum por la puerta grande: la editorial asturiana Pintar-Pintar publica su libro de nanas Caballitos de sal, con ilustraciones de Yolanda Mosquera. 
Sin duda el más hermoso regalo navideño, este libro de Anabel ilustrado primorosamente por Yolanda está lleno de sueños, de infancia y de afectos entrañables. Sobre el universo encantado de las canciones de cuna, Anabel y yo conversamos desde las dos orillas en una tarde otoñal e ilusionada. 

¿Cómo surgió en ti el interés por las nanas?

Creo que se ha ido fraguando con el tiempo ese interés. Recuerdo que a mis sobrinos les cantaba canciones inventadas, sobre todo, a los dos pequeños. Siempre me atrajo la imagen de la madre que canta nanas a pie de cuna. Pienso que es una estampa hermosísima y un retrato del cariño más puro.

 ¿De las qué has leído, cuál es tu canción de cuna favorita? ¿Y de las qué has escrito?

No sabría decirte. Me emocionan las de Gabriel Mistral y me conmueve la que Miguel de Unamuno, siempre tan bronco, dedicó a su primer nieto. Me parecen también maravillosas las de Gloria Fuertes. Si tuviera que darte un nombre actual, diría que las nanas de Ana Mª Romero Yebra son mis favoritas. En cuanto a las mías, tengo debilidad por “Canción de Cuna para Héctor”. Creo, además, que fue la primera que escribí hace muchos años ya. Mi sobrino Héctor, que ahora tiene 26, a los 9 años padeció una enfermedad que nos tuvo a todos desazonados y a mí, quizá para canalizar mis emociones, se me ocurrió escribirle esta nana que ahora aparece en el libro y que también tuve la suerte de que musicara Rosa Mª Sanahuja, la profesora de música del instituto donde trabajo, el Jaume I de Salou, con el título “Mi marinerito”.


¿Cómo nacieron los poemas de Caballitos de sal?

Caballitos de sal ha sido un libro de larga construcción, que se ha ido fraguando a lo largo de los años, conforme iba escribiendo alguna nana o alguna canción. Poco a poco ha ido creciendo y ha tomado la forma con la que se presenta al público lector. El nacimiento de mi hija Teresa ha precipitado, para bien, la conclusión del libro. Tengo muchas nanas desperdigadas aún a las que estas Navidades haré forma, como un regalo particular que quiero hacer a mi familia y amigos.




Cuéntanos alguna experiencia -vivencial, humana- que hayas vivido con alguna de tus nanas.


Ya te he contado el nacimiento de “Canción de Cuna para Héctor”. También, en el libro, se incluye un poema dedicado a Joana, que es la primera hija de una amiga mía. Cuando nació, hace 17 años, yo le regalé esta nana manuscrita. Sé que la enmarcaron y que la leían por las noches. No hace mucho, tuve que volver a escribirla porque la original había perdido el color. Fue emocionante para mí. Algunas de las que forman el libro las escribí cuando mi hija aún no había nacido. Son poemas por los que siento una especial ternura.

¿Cómo se relacionan la oralidad y la literatura infantil?

Creo que el germen de la poesía, por decirlo así, está en la oralidad, en los juegos infantiles, en las canciones de cuna. Es quizá lo más cercano a sus orígenes, en donde, de nuevo, la palabra se viste de gala y se hace autónoma. Una nana es de quien la canta, no de quien la escribe. Esa es la grandeza de la literatura oral.

 ¿Nos puedes hablar de tu experiencia personal con tu hija al cantarle nanas, contarle cuentos, etc?

A Teresa, que ahora tiene cinco años, le contamos cuentos desde recién nacida. Ahora cada noche hay que leerle un cuento o inventar varios. A veces ya la imaginación no da más de sí. Le gustan también las canciones de cuna y tengo todo un repertorio, entre inventadas y conocidas, que voy cantándole. Ella ya se las sabe. Recuerdo una anécdota reciente. Yo no me sentía muy bien y le dije que no podría cantarle, entonces ella me dijo: “Pues te canto yo, mama” y así lo hizo, me cantó todas las canciones una a una.

 ¿Qué opinas del trabajo que ha hecho Yolanda Mosquera en este libro?

Me parece precioso. Creo que sus ilustraciones dialogan con los poemas de una forma armoniosa y les dan una nueva proyección. Son ilustraciones vivas, llenas de luz, de sal, de mar, de sentimientos. Estoy muy contenta y agradecida con el trabajo de Yolanda.

sábado, 9 de noviembre de 2013

0

La media luna es una cuna... (Miguel de Unamuno)


A mi primer nieto (Miguel de Unamuno)

La media luna es una cuna,

¿y quién  la briza?

y el niño de la media luna,

¿qué sueños riza?



La media luna es una cuna,

¿Y quién la mece?

y el niño de la media luna,

¿para qué crece?



La media luna es una cuna,

va a la luna nueva;

y al niño de la media luna,

¿quién me lo lleva?




viernes, 8 de noviembre de 2013

0

¿Qué es "Caballitos de Sal"?


Caballitos de sal es un poemario infantil que se centra en el género de las nanas o canciones de cuna. Son poemas muy musicales en los que cuenta el impacto sensorial, puesto que su primera finalidad es conseguir que sus destinatarios se duerman plácidamente. El género de las nanas es antiquísimo, hunde sus raíces en lo más profundo de los tiempos. Caballitos de sal es una especie de homenaje a esa poesía de lo cotidiano, cercana a las madres, a la tierra y a la vida. Donde haya una madre que meza una cuna, allí habrá una nana.
Los poemas que forman el libro son breves, de rimas asonantes, en su mayoría, y muy cercanos a la oralidad. Así, son frecuentes los estribillos y esa cadencia suave que invita al sueño. La risa, el mar, las estrellas, los delfines, las estrellas, la noche y el día se dan la mano, paso a paso, hasta tejer unos poemas en los que la ternura se hace verso.
Anabel Sáiz Ripoll es la autora de estos poemas que surgieron de manera casual, como regalo, y que, poco a poco, han ido creciendo, sobre todo, desde que ella misma fue madre. Yolanda Mosquera los ilustra con imágenes luminosas, que nos hablan también del sueño, de la ilusión, de la magia y de la fantasía. Donde haya un niño durmiendo, hay el inicio de una historia. Allí empieza Caballitos de sal.
Pintar-Pintar es la editorial que publica el poemario y lo hace con mimo y cuidado, como siempre. El libro, además, cuenta con una subvención de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su publicación.

Más información